Pollo al ajoporro                         

 

Cójase un pollo, preferentemente de corral, y mátese. Esto es fundamental, porque las plumas son muy indigestas. Si no se deja matar, recurrir a un susto de muerte, porque los pollos son, en general, débiles de corazón y asustadizos.

 Luego se le pela sin dejar ni siquiera la cresta. Hay varios métodos, pero el mejor es arrancarle la piel. Quemar las plumas no vale, siempre quedan restos.                          

                                                            

 Hay otra posibilidad, y es comprarlo en la tienda ya muerto. Altamente recomendable para espíritus sensibles.

 En fin, una vez muerto y pelado, se le corta la cabeza, no hace falta poner cara de asesino ni nada, porque el pico se puede atravesar en la garganta y clavarse y vaya un problemón, y las patas. Se puede, con ellas, hacer un caldito por si no nos quedare bien esta receta.

 El resto del pollo, que es casi todo, se macera muy bien hasta que nos duelan las manos, y luego se trocea en cómodos plazos, pero rápidamente, no vayan a subir los tipos de interés y nos salga el plato mucho más caro.

 Se le echa en una sartén con el aceite, preferentemente de oliva virgen, hirviendo. Cuidado con no quemarse. Se le deja freír hasta que a la cocina no se pueda entrar de la humareda que se forma. Es altamente recomendable tener el teléfono de los bomberos de tu localidad a mano. También conviene haber comprado KH7 para luego quitar la grasaza que se queda pegada a los baldosines. En fin, se organiza una buena, pero todo sea por el éxito de nuestro plato.                                            

                                   

 Por otro lado, hemos comprado unas cabezas de ajo, preferentemente del morado, color que nos recordará la necesidad de rezar para llevar a buen puerto nuestra receta.

 Lo picamos bien picadito, olemos nuestras manos, nos da un vahído del olor tan fuerte, pero lo resistimos porque ya nos hemos hecho los amos de la cocina. No nos lavamos las manos ni de coña, para que luego los comensales sepan de primera mano lo que hemos currado.

 Lo freímos en el mismo aceite que el pollo, ya requemado, con lo que la catástrofe en tu cocina ya es un hecho cierto. Cuando está negro, si puedes, lo sacas de la sartén y lo tiras a la basura, porque se te ha quemado y está malísimo. Repites la operación siete u ocho veces hasta que se te acaba el ajo.                                   

 El porro que has comprado para realizar esta receta también lo tiras a la basura. Desde aquí no podemos fomentar el consumo de drogas. ¿O qué te creías, so listo?

 Una vez retirado el pollo de la sartén lo colocas en una fuente y, directamente, lo sirves en la mesa. Como tus comensales pondrán una cara de espanto indefinible, tú, previamente, habrás preparado un buen chiste para aliviar la situación.   

 Luego, sacarás el caldito realizado con las patas del pollo y, como os quedaréis con hambre, bajarás al bar de abajo a comprar unos bocatas. No es recomendable el chopedd pork, tiene mucha grasa. Mejor de calamares, y que las cervecitas estén frías, ¿eh?                    

Ingredientes y utensilios

- Un pollo, vivo o muerto, o incluso huido de la justicia.

- Ajos morados a mogollón.

- Aceite de oliva.

- Sal

- Sartén grande.

- Cuchillo de grandes dimensiones para matar al pollo.

- Cuchillo pequeño para pelar ajo.

- Tres o cuatro litros de KH7 para limpiar la cocina.

- Varios estropajos de aluminio.

- Espátula para arrancar grasa incrustada.

- Bar cercano abierto. Preferible avisar a primera hora para que tengan pan.

- Más sal por si nos hemos quedado cortos.

_ Bolsas de basura a tutiplén.

- Fuente para servir pollo. No hace falta que sea buena.

- Bebida no hace falta. Ya la pillaremos luego en el bar.

- Chuleta con chiste preparado por si se te olvida.

- Un porro de mentirijillas.