CRÓNICA DEL CONCIERTO EN EL DUNCAN EL 27/01/2006

Para empezar, era un día muy frío. Estábamos ya en el local para descargar todo a eso de las 6 de la tarde. Cuando estábamos en plena faena montándolo todo, a eso de las 7, aparecen unos “personajes” y nos dicen: “Os queda menos de una hora”. ¿??????? Averiguando qué hacían allí, nos enteramos que desde las 8 a las 10 de la noche había una fiesta de una Asociación de Abueletes, con globos, pitanza, etc. ¡Zas! Pensamos, nos quedamos sin probar sonido. Hecho que se agravó al probar una de las columnas y comprobar que no funcionaba el altavoz de los bajos. Las circunstancias se ponían todas en contra, con los nervios consiguientes. La columna se arregló, pero sonido no pudimos probar, salvo micrófonos. 

La circunstancia es que, además, llevábamos un técnico de sonido (Gracias, Jimmy, y también a Chema, que hizo posible su participación) que no se sabía nuestras canciones. Probó un poco las voces y nos fuimos a tomar unas cañas, cambiadas por botellines de Mahou, como Dios manda, y unos montaditos de lomo que, por cierto, estaban cojonudos. 

Cuando volvimos, a eso de las 9 y media, el local estaba a rebosar de gente de la Asociación, para nuestro espanto. Y ya había empezado a llegar nuestra gente. Aquello estaba a tope y sin pintas de poder probar sonido. Como pudimos, casi furtivamente, empezamos a probar guitarras, bajo y batería. Y ya nos dieron las 10 y cuarto. ¿Qué hacer? Pues nada, probar con el público presente. Sonaron “No me imagino”, “Johnny B. Goode” y “Who’ll stop the rain” de propina, por así decirlo. Es decir, se puede decir que hicimos los “bises” antes de tocar, en lugar de hacerlo al final. 

Ya centrándonos en el concierto, por primera vez tuvimos teloneros. Álex y Jorge nos deleitaron con una canción de Fito y otra propia, demostrando que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte. Lo malo es que los dueños del local, unos “tiquismiquis”, no les dejaron quedarse al concierto, por su edad. 

Y empezamos. Os aseguro que la situación era algo incómoda por lo estrecho del escenario. Yo me jugué la cabeza repetidas veces con el bajo de Ernesto, que me rondaba por mi lado derecho amenazador. Pero, en fin, nos sobrepusimos como buenamente pudimos. 

“Who’ll stop the rain” fue la primera canción. No sonó mal, creo, pero aún estábamos prácticamente probando sonido. 

Tras unas breves palabras, vino “La oveja negra”. No estamos contentos con cómo quedó. La voz de Manolo tardó en oírse y el solo de guitarra de Edu no lo oímos nadie desde el escenario. Como aspecto positivo, Manolo le perdió el miedo a tocar con contundencia la batería. 

Atacamos entonces uno de nuestros “clásicos”, “Room to move”. Ahí ya sí sonamos bien. Creo. La armónica de Edu siempre gusta y es un buen recurso. 

Una de nuestras últimas apuestas, “The flower and the young man”, quedó muy deslucida por los distintos volúmenes que tenían nuestras voces. Nos quedó mucho peor que en el Mezklas en noviembre. 

“Que me quiten lo bailado” fue la siguiente y nos quedó bien. La tenemos ya muy “machacada”. “El blues del perdedor de mus” quedó algo deslucida por mi voz, que la tenía muy cascada. Por cierto, desde aquí pedimos perdón a Luisma por no invitarle a tocarla con nosotros. Ninguno caímos en la cuenta. 

“Proctólogo” por fin nos quedó bien, pues se entendía la letra, fundamental en esta canción. Nuestros “fans” ya estaban muy animados. 

Después subió Fernando al escenario y cantó, con una gran actuación gestual, “No me imagino”, que aprovechamos para dedicársela a nuestras “chicas”. 

“Father and son” fue la siguiente. Nos ha quedado mejor otras veces, porque yo no tenía la voz para florituras. Bueno, ni nunca, pero esa noche especialmente. 

Con la canción de Fernando “Al otro lado” concluimos la primera parte. Quedó bien, creo, aunque hubo alguna duda al final. No es raro, pues no la habíamos ensayado mucho. 

Como era mi cumpleaños, canté yo solo “The wind”, de Cat Stevens, como “regalo” de mis compañeros. Se la dediqué a mi cuñada Reyes, internada en el Hospital con leucemia. Fue la peor versión que he hecho de esa canción en mi vida. Estaba nervioso por culpa de mi afonía. Por cierto, muchas gracias por el “Feliz, feliz en tu día”. 

Edu y Ernesto aprovecharon para fumarse un cigarrito y tomar una cerveza, pero Manolo estaba “enjaulado” detrás de la batería y decidió no hacerlo pues se hubiera tirado más tiempo quitando y poniendo bombos que descansando. Al volver, se nos perdió Ernesto, que tardó en volver. Las malas lenguas dicen que estaba con una rubia, pero ya sabemos quién era: una cervecita. 

Alguien nos había pedido “una de Sabina” y allí estaba: “Quién me ha robado el mes de abril”. Fue todo un éxito y la coreó mucha gente. Yo estuve un poco dubitativo con el solo de guitarra, pero, al menos, no me equivoqué. Además, para entonces, salvo algunos “acoples”, el sonido ya estaba mejor ajustado. 

“Más o menos lo mismo”, un temazo de Edu, creo que nos quedó bastante bien. Tiene la “pega” de que no es coreable por el público. Yo tuve algún fallo al final porque no tenía la pedalera de la guitarra bien puesta, pero creo que no se notó demasiado. En todo caso, sin tocarla mal, la podemos hacer mejor. 

“Honky Tonk Women” fue la siguiente, presentándola Ernesto como “música clásica”. Quizá se pasó un pelo, pero él lo ve así. Mi sensación es que nos quedó bien, y, además, se la sabe todo el mundo. 

“Niña nueva ola”, el viejo tema de Edu, quedó, en mi opinión, como nunca. En ese momento, además, las guitarras ya sonaban de fábula. Nos quedó fuertecilla, pero sin estridencias. Además el “Oooooh, oh” lo coreó mucha gente. 

“Como un Q3 más” hubo gente que también la coreó. Eso significa que ya los habituales se van aprendiendo las canciones. A mí me gustó cómo quedó. 

Volvió Fernando al escenario, tras su paso evidente por la barra del pub, y cantó un “Johnny B. Goode” lleno de garra. Quedó muy bien. 

Para terminar, y esto fue un fallo, tocamos mi canción “Buscando algo olvidado”, y además la tocamos demasiado lenta. Por lo menos creo que mi armónica sonó bien y Fernando no se equivocó con la letra. Quizás nos hace falta ensayarla más con él. Algunos me acusaron de plagio, pero nunca he negado la influencia de Los Secretos en esa composición mía. Se parece a “La calle del olvido”, pero no tiene nada que ver, salvo el ritmo. 

Y ya, sin bises, pues estábamos reventados, y creo que el público se lo había pasado bien, nos fuimos a tomar algo y a saludar a nuestros amigos, pues no habíamos podido hacerlo antes por los problemas con el sonido. Después de un rato muy agradable, nos pusimos a recoger, cargar y descargar en el almacén. Acabamos muy tarde, pero, aún así, Edu y yo nos fuimos a tomar una copa al Honky Tonk.  

Muchísimas gracias a todos los que vinisteis a compartir una noche con nosotros, y esperamos que os lo pasarais bien, no sin pedir perdón, pero eso no es culpa nuestra, por las dificultades en conseguir una copa por la falta de personal tras la barra. Fue una queja generalizada y que transmití a los camareros tras el concierto. No se esperaban tanta gente. Claro, no conocían a los Q3 y su poder de convocatoria.

 

Juan, 29 de enero de 2006